Esbirros

 


El psicópata empresarial es un profesional del dolor emocional ajeno, incapaz todo él de sentirlo. Te mata limpio y fácil. Muchas veces ni te enteras. Acaso cuando notas tierra en la boca el día que te entierran. En “orientación a resultados” es imbatible. A foco, no le ganas. Por eso resulta uno de los cánceres más difíciles de extirpar. Se trata de un asesino silencioso con una expresión en formato PowerPoint brillante y digna de repetida admiración pública por parte de jefes que normalmente lo evalúan desde sus sillones ubicados a miles de kilómetros. Jefes que les leen, pero que no les huelen. Jefes que no les sufren ni ven el reguero de cadáveres al paso de brillantes resultados. Cáncer del chungo.

Pero a veces pasa que ciertas torpezas inesperadas, llámale si quieres serendipias, hacen que estos cánceres puedan ser eliminados. Para ello, hace falta un buen puñado de condiciones que, sin embargo, cuenta la leyenda que en ocasiones se han dado en organizaciones “sanas”, con “anticuerpos” necesarios (léase cultura fuerte) como para acabar extirpándoles de la organización.

Pero hoy no hablo de la amenaza principal, sino de sus metástasis en forma de pequeños cánceres que, una vez extirpado el principal que les ha alimentado y visto crecer, permanecen en el cuerpo, reproduciéndose y siendo capaces de llegar a más órganos que el original. Tumores malignos adyacentes con margen para el daño, pues la organización, distraída, se da por “sanada” al haber expulsado al maligno huésped principal. Se ocultan y aprovechan de la relajación postoperatoria ajena.

El psicópata de segunda es peor que el de primera. Tiene mucha menos clase y suele ser mucho menos listo. Al primero le ciega el dolor ajeno. Al segundo, la vanidad y la avaricia. Es un “quiero y no puedo”. Mientras que, como decíamos, el primero te mata con un escalpelo, éste lo hace con un cuchillo de cocina de sierra y sin afilar. Una carnicería, vamos.

Por ello, si tienes la suerte de trabajar en una empresa capaz de detectar (algunas) y extirpar a cánceres emocionales (muchas menos), lo siguiente que debe ocuparte es identificar mediante el escáner, la radiografía, el PET o TAC de turno, quiénes son y dónde habitan los esbirros del cáncer principal. Las garrapatas del pecado original. Y extírpalas también. Cuanto antes. Créeme que te corre prisa.

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