Ilustres Ignorantes



El número de veces o la intensidad con que uno suelta un "Siempre"; "Nunca"; "Seguro"; "Todos"; "Ninguno" o un "Esto es así" suele ser directamente proporcional a nuestro nivel de juventud... o de ignorancia. En ocasiones, con la edad o con el aprendizaje, estos síntomas suelen desaparecer. En otras ocasiones no. 

El otro día oí: "Yo era empresario de éxito y llegó el Gobierno y me arruinó". No, querido. El Gobierno no se esfuerza en poner en su agenda el joderte específicamente a ti. Te arruinaste por incapaz. Incapaz de adelantarte y/o adaptarte al futuro. Te arruinaste por tu mala gestión. Quizás, por tu auto complacencia, pero no por este o por aquel otro. Esto suena demasiado a "el perro se comió mis deberes". En definitiva; no sabes lo que pasó y eso es lo que pasó. 

La crítica es el pasatiempo de los incapaces. Y lo peor es cuando uno ni siquiera es consciente, como cuando durante una cena ves a alguno cagarse en la familia de uno u otro político sin saber si el resto de comensales son favorables a ese político, en una muestra de falta de elegancia y, acaso, de falta de varias inteligencias.

En el otro lado del espectro está la gente inteligente. La que se fusiona con el entorno nada más llega a él. Gente flexible. Gente que escucha. Gente que duda, en lugar de dictaminar. La que respeta la opinión ajena. La que contrasta lo que lee. La que piensa por si misma y para si. La que sí sabe en qué se basa cuando habla. 

En una sociedad cuyos medios de comunicación diseñan nuestras opiniones y nos inoculan memes para memos para conseguir el voto que conduce a nuestros políticos a nuestras carteras, la Inteligencia es un valor al alza. La receta es fácil: primero anestesia el pensamiento y capacidad crítica a golpe de "Sálvame Deluxe". Después sólo te quedará la parte fácil: apoderarte de su emocionalidad y serán tuyos. No importa el tamaño de la gilipollez. La mente no busca la verdad. Busca confirmar su creencia.


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