De la Inteligencia Artificial a la Arquitectura Emocional


“Recursos Humanos es un área de soporte”: huele a naftalina. “Recursos Humanos es un socio de negocio”: hasta hoy poco creíble, pero tiene un pase. “Recursos Humanos es una unidad de negocio”: futuro perfecto. Hoy: todavía tierra revuelta pero yerma en términos de Negocio. Mucha novedad, poca innovación. Cuando se pregunta por el futuro de Recursos Humanos, las respuestas suenan demasiado frecuentemente a pasado travestido.

Falta algo útil que remueva lo elemental y asegure la sostenibilidad. Al Recursos Humanos antiguo, ya sabéis, el de nómina; el de la gestoría interna; el del “palo y el pago”, ya le ha llegado el primer aviso de desahucio.

Hasta el nombre suena antiguo: Recursos Humanos…imaginaos que si nadie ha sido de encontrar una alternativa a un nombre, cómo va a serlo para encontrar una alternativa útil que haga entender al Negocio que “conmigo mejor que sin mí”.

Y como siempre digo: “jamás una crítica sin alternativa”, mi idea es que lo fundamental sea gestionar el epicentro de la motivación, el de la voluntad, el de la felicidad y, en definitiva, el del rendimiento sostenido. Ese epicentro es la Emoción. Entender y saber gestionar las emociones es el fundamento básico y la energía elemental para mover cualquier ecosistema basado en personas. Así de simple, así de complicado.

Un líder natural de la gestión emocional (que no un líder emocional) es una suerte de alquimista capaz de encontrar ese punto justo de cada cosa para aunar voluntades. Y aquellos que lo hacen de manera natural son un bien escaso, una rareza.

Pero también los hay con capacidad y oficio, que jamás serán alquimistas, pero que acaban siendo virtuosos de la gestión por emoción.

Como digo, entender las emociones y construirlas, e incluso reconstruirlas, es una especie de magia  reservada a unos pocos. Es un arte escaso que no exige máquinas, ni procedimientos; ni prisas, pero que sí exige generosidad y escucha sin filias ni fobias; sin ideas preconcebidas.

Esto es lo que propongo para el futuro rol de Recursos Humanos: liderar la arquitectura emocional de una organización, en lugar de pretender ser quien contribuye a poner la Inteligencia artificiosa que muchas veces acaba convirtiéndose en artificial, desnaturalizada, ajena y cercana al Recurso, pero muy lejana de lo Humano.

Y que no podemos liderar equipos de personas si no conocemos a las personas que construyen equipos. No podemos ayudar a quien no conocemos. No podemos ser ni humanos, ni tan siquiera un recurso desde un despacho.

Tengo la suerte de estar en un proyecto fantástico, con una gente increíble que se dedica a mejorar la vida de las personas con graves enfermedades. Una gente extraordinaria más motivada por trascender, que por ascender. Y estoy loco por cerrar mi despacho poniendo un cartel bien gordo en la puerta que diga: “he salido un momento a conocer y comprender al equipo” y dedicarme a poner delante lo Importante, para dejar atrás lo Urgente. 


Seamos arquitectos emocionales, porque si no somos capaces de gestionar la Emoción, desapareceremos por remoción.

1 comentario:

  1. Parece que coincidimos, es más, “hazme una perdida” cuando lo consigas de forma estable, cuando no sea circunstancial, sino estructural, que me acercaré a felicitarte. Mientras, en el camino, pensaré que hacer cuando en el desarrollo de uno de nuestros roles, largamente puesto en práctica, tenga que actuar no como líder emocional, sino como solucionador de situaciones donde no ha habido inteligencia, donde no ha habido felicidad, donde no ha aparecido la emoción, o cuando no se hable de personas sino de costes. Déjame que no aspire a ser arquitecto, sino aparejador de personas, de vidas, de deseos, y de proyectos…y el que no tenga proyecto, ni sea persona, y no se ría a menudo, por favor, que cierre la puerta desde fuera, que aquí estamos trabajando.

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