PLANIFICA COMO UN IMORTAL. VIVE COMO UN TERMINAL


En Menorca decimos "totes ses deixades són perdudes" para una resaltar una obviedad que obviamos: que oportunidad que dejas pasar, oportunidad que pierdes.

Y es que hacerse mayor tiene algunas ventajas, como que el disfrute ya no lo demoras indefinidamente como antes. Progresivamente aprendes a cambiar el "igual más adelante" por el "saca la agenda y cerramos fecha". 

Rondar la cincuentena significa que has vivido ya varios tanatorios inesperados y que empiezas a oír el rumor del disparar de ese Hundir la Flota en el que, de momento y por suerte, vas gritando "agua!".

Rondar la cincuentena significa "dar la vuelta a la paletilla" y comenzar ya la parte más reseca. Esa parte en la que tu mente te engaña pensando que llegarás a ese balón como cuando tenías veinte años, mientras tu cuerpo se ha quedado clavado en el suelo, a quilómetros del balón, descojonándose de la risa. Esa parte en la que tu mente te engaña pensando que sigues siendo un adolescente y que esas Nike Air Max Plus que te estás probando realzan tu segunda juventud, mientras el adolescente insiste en equivocarse llamándote repetidamente "señor". Esa parte en al que tu mente te engaña y te pone a correr vestidito de fosforito.

Rondar la cincuentena significa vivir estando de vuelta, ver pasar las modas desde un globo y aprender a invertir mejor lo único que no recuperas: tu tiempo de vida. Significa querer en tu vida sólo a aquellos que te quieren en la suya. Significa vivir en la época del Carpe Diem y del Memento Mori. En la época de cambiar pongos que no te llevarás por experiencias que te generarán esos dividendos emocionales hasta que puedas. Denzel Washington tiene razón al decir que "nunca verás un camión de mudanzas tras un coche fúnebre".

Error tan mentalmente higiénico como pretencioso el asumir que viviremos hasta los 80 y que, de hacerlo, lo haremos sin calzarnos un pañal todos los días. Como diría Emilio Duró "esto a mejor, no va". Así que, si puedes, te apetece y no dañas a nadie entonces pregúntate: ¿Qué te lo impide? y afronta la respuesta.

Y no, desde luego que no hablo de locuras ni de quemar naves. Hablo de planificar como un inmortal pero de vivir como un terminal, comiéndote la vida a bocados gordos saboreando las pequeñas cosas y, así, hasta que la Muerte te pille habiendo vivido. 

Recuerda, vivimos en una sala de espera temporal. 

Feliz verano, tropa.

La importancia de llegar al frankfurt



Vida privilegiadamente loca, de esas de levantarse a las cuatro de la mañana y llegar a casa después de la Cenicienta. Vuelos, retrasos y esperas. Reuniones solapadas y vergonzantes récords donde se rozan los demasiados miles de emails que esperan pacientemente a ser leídos en tu bandeja del Outlook, mientras tus hijas se levantan a medianoche llamando a la canguro, porque asumen que tú no estás. Cuenta la leyenda que es el pequeño precio de la suerte.

Y es que me es inevitable sentir que el tsunami te centrifuga cuando te levantas por la mañana y no sabes dónde te encuentras. La primera comprobación tras abrir un ojo es estirar un brazo y comprobar que estás solo en la cama: ok, estoy fuera de casa, te dices. A los pocos segundos, la máquina empieza a funcionar y te ubicas pensando en lo desubicado que estás. Y ya después te ves pedaleando a tope en la rueda del hámster mientras reconoces obscenamente que, en el fondo, te diviertes. Y lo haces, sobre todo, por trabajar con quién lo haces. Porque a veces, éste es el único secreto.

Pero lo que te equilibra es, por encima de todo, la posibilidad de "encajar" un vuelo a una hora decente un viernes por la tarde para poder llegar clavado a las 21:05h a esa cerveza helada y a ese frankfurt con amigos y menestra de risas que nunca faltan. Eso que reconcilia con la vida y te hace pensar que por un momento eres dueño de la misma.

Llegar al frankfurt es conseguir un mínimo equilibrio en la marea de la vida. Conservar y disfrutar de lo esencial, manteniendo a raya al monstruo de lo accesorio. Llegar a ese frankfurt es hacer tablas con tu ajetreo tras una reñida partida y lo que debes continuamente preguntarte cuanto organizas el lío en el que vivimos.

Me gusta mucho la frase de Séneca "el gusto por el ajetreo no es diligencia" pero yo, que soy mucho más rural, me gusta llamarle "la capacidad que tienes de llegar a ese frankfurt".

Feliz fin de semana.


Gestión del Cambio o lágrimas de sangre en un cubo de tinta china

 


Gestión del Cambio o esa entelequia en forma de volátil rol que las empresas crean y eliminan según sea la apretura de presupuesto, porque es bien verdad que no se conoce empresa en fase de "vacas flacas" que se mire al espejo y se diga "nos lo cargamos todo menos el rol de gestor del cambio, que eso es lo que nos mantiene vivos". 

Gestión del Cambio o ese campo abonado para consultores y gurús diseñadores de procesos con nombres pijos plasmados en "diapos" sexy, de cuyos partos en pocos meses nadie encuentra rastro.

Gestión del Cambio o esa quimera de intentar recoger el mar con las manos. 

Y todo como si hiciéramos ver que no somos capaces de adaptarnos al continuo cambio que sufrimos día a día y desde el día en que nacemos. Personas y empresas. Aquel que nos llevó a empezar a trabajar sin ordenador y con teléfono de sobremesa a realizar ahora presentaciones e informes con la app de ChatGPT de nuestro smartphone. Y eso sin mucha cicatriz. Porque adaptarnos, nos adaptamos bien sea por lo Civil o por lo Criminal. O como decía mi difunto amigo Agustín Solavera "o te aclimatas, o te aclimueres".

La Gestión del Cambio y, a mayor detalle, la gestión del cambio cultural me la imagino como ese cubo lleno de tinta china negra y densa que supone el Status Quo de una cultura en una empresa. El color de la cultura de una empresa en un determinado momento. Hasta que "los vientos" (léase, una nueva dirección, moda, etc.) cambian y la necesidad de "gestionar el cambio" aparece y, con él, los evangelistas, saboteadores, etc. Todo muy de los clásicos de toda la vida.

A partir de esa "necesidad" de cambio, individuada por su mayor envergadura con respecto a la frecuencia media de cambios, todo cambio que vamos implementado representa esas pequeñas gotas de sangre que la organización suda para precipitar sobre la tinta china que hay en el cubo para poco a poco ir tiñendo el negro azabache de rojo pasión...hasta que con el factor T (tiempo) cada vez el negro es menos negro y el rojo se hace cada vez más presente. Y son gotas y no chorros. Y son años y no meses, pues la gestión del cambio cultural no es juguete para ansiosos.

El Cambio Cultural es más una lluvia fina que hace bien que una tormenta tropical que lo destroza todo, aunque para ansias, los colores.

Y vamos acabando ya el símil con ese grifo en la base del cubo a modo de "regulador" del flujo de cambios. Demostración gráfica de grifo cerradito del que salen gotitas "cuqui": cultura estable con pocos cambios. Demostración gráfica de grifo con chorrazo "a escape libre": fusión de empresas con expediente de regulación con gente saliendo como en un encierro de los Sanfermines. 

Ah!...y para los románticos: no existe cambio cultural completo. Ya me sabe mal, ya. Porque la clave siempre está en dónde ponemos la línea y cómo nos respondemos a la pregunta ¿cuándo considerar un cambio completo?, que viene ser como preguntar ¿hasta dónde se lava la cara un calvo?. Por ello, lo represento poniendo el grifo "regulador" de la "presión" del cambio un poco por encima del fondo del cubo de tinta china, porque por debajo siempre va a haber un "poso de cultura anterior" con el que tenemos que contar.

Mi último comentario es sobre el tema de la resistencia o del miedo al cambio: no existe miedo al cambio en realidad porque, en realidad, lo que existe es el miedo a la pérdida que anticipamos en un cambio. Os pongo un ejemplo:

a. Tu pareja te escribe el siguiente mensaje: "tenemos que hablar".

b. Tu jefe te escribe el siguiente mensaje: "felicidades por tu nueva promoción"

El primer mensaje es de primero de acojone, por la pérdida potencial que anticipamos (bien sea la serenidad, bronca mediante; bien sea incluso la relación ¿en el peor? de los casos), mientras que el segundo ilusiona y digamos que ambos mensajes reflejan un potencial cambio relevante.

Moraleja: cuando comuniquemos y seamos vectores de cambios relevantes, tengamos en cuenta las "pérdidas" que pueden anticiparse por parte de los afectados y que normalmente se visten de resistencia. Analicemos el trasfondo de esos miedos y adaptemos la comunicación enfatizando los beneficios y afrontando pérdidas si las hubiere. Mil veces una mala noticia claramente comunicada a una noticia regular mal comunicada.

From "time to recruit" to "time to dismiss"


Creador foto: 
fizkes 


PARTE 1

Una empresa debe tener en cuenta el tiempo medio de cobertura de una vacante para poder planificarse. Hasta aquí.

 Ahora bien, de ahí a establecer un indicador de "tiempo de reclutamiento" con el objetivo de reducir progresivamente ese tiempo hay un trecho diseñado específicamente por el Demonio. Y te lo dice uno que durante años trabajó en la versión Excel de la Sábana Santa donde se controlaba el tiempo entre cada uno de los pasos en qué se configura cualquier proceso de selección (ya sabes, 3 días para cribar CV; 2 días para valorar candidaturas; 5 días para convocar candidaturas...) con la obsesión de conseguir reducciones parciales que contribuyan a acortar tiempos. Joder, que explicado así hasta tiene sentido!. 

Pues bien, la madre de todos los riesgos es que, ante determinados apretones que normalmente vienen del cielo, uno pueda acabar trabajando para mejorar el indicador...con independencia de lo más importante: la calidad del candidato/a. Esto es: tengo a una candidata genial que no se puede incorporar hasta dentro de dos meses, pero tengo a otro candidato también bueno (quizás no tanto como ella, pero tampoco está mal...) que se puede incorporar mañana...y voy justísimo de KPI...¿qué hago?...

"Nueve mujeres no pueden tener un bebé en un mes” (Fred Brooks)

Porque hay pocas cosas importantes que salgan mejor haciéndolas con prisa. Y desde luego un proceso de selección no está dentro de ellas.

Moraleja: Si la empresa tiene un indicador de tiempo de reclutamiento y trabajas en recursos humanos, trata de escapar.

 

PARTE 2

Una empresa sí debería tener un indicador “Tiempo de Despido” y, de hecho, me preocuparía que no hubiera una preocupación al respecto en una organización. “Tiempo de Despido” como el indicador de tiempo que va entre la decisión tomada y la ejecución, pues cada día que pasa entre uno y otro es un monstruo que consume recursos (tiempo, dinero, preocupaciones…). Y si a eso le sumas el coste de oportunidad de no hacer lo que toca cuando toca, pues el lío es todavía mayor.

“Tómate todo el tiempo del mundo para decidir, pero una vez decidido, cuanto antes mejor”.

Lo decía siempre mi idolatrado profe Miquel Lladó: “contrata lento y despide rápido” a lo que sumo “la calidad de una organización se ve más por cómo despide que por cómo contrata”.


Huevo de Pascua: si cuando has leído el texto en dos colores te ha venido a la cabeza un libro, entonces empiezas a tener ya una edad...ja,ja,ja.