Tampoco se puede tener una vida cómoda sin haber tomado decisiones incómodas, salvo que te toque la lotería o circunstancia similar (e incluso así). Vivir cómodo a largo exige vivir incómodo a corto. Y aquí la Psicología ya nos ha demostrado que resulta muy difícil diferir la recompensa pero, a la vez, que quienes son capaces de hacerlo en pro de un bien mayor postergado tienen una mayor probabilidad de éxito.
Conseguir cualquier cosa mínimamente relevante exige tiempo. Y esfuerzo. Y paciencia. Y resiliencia. Y tolerancia a la frustración...y otras chicas del montón. Porque tener lo que tiene Juanita es tan simple como hacer lo que hace Juanita, en especial, comprometerse con sus mismas renuncias. Y, salvo que todo te haya venido dado o negado en esta vida, comprar sin mirar el precio exige trabajar sin mirar el reloj. Y eso ya no mola tanto...sobre todo cuando la primera clase de la asignatura de Relatividad siempre empieza con la frase "yo trabajo muchísimo".
Tampoco resulta fácil ir en busca de la felicidad enfundado en un pesado traje de queja. El otro día tuve que coger varios taxis en una misma mañana. La primera carrera la hice con un taxista que tenía el taxi casi tan sucio como iba él, que conducía a tirones y que no paraba de despotricar contra todo y contra todos, haciendo especial hincapié en lo mal que estaba el trabajo. La segunda carrera la hice con un taxista que iba impecablemente vestido y con un taxi que, aún no siéndolo, parecía nuevo de lo cuidado que estaba. El segundo taxista se mostró amabilísimo y, antes de irme, me agradeció la conversación y me dio su tarjeta por si lo necesitaba. Mismo contexto laboral (lo que pasa) pero diferentes enfoques (lo que haces con lo que te pasa): probablemente resultados diferentes.
También está el del lamento crónico, esa suerte de rey del "pero" que suele sufrir de "esquerosis múltiple". Ya sabes, ese que no para de dar la turra en contra de la empresa mientras no hace nada para mejorarla y/o que cuando prueba a optar a puestos en otras empresas, todas a coro le dicen que no. "¿Qué hago mal en las entrevistas?", me preguntan. Pues "ser tú mismo", pienso yo muchas veces, aunque eso reconozco que no lo digo. Y es que si, tras insistir, ves que no te quieren en ningún otro lado, deberías ser consciente que estás en el único lugar que te soportan o, como mínimo, en la empresa que te quiere más para, al menos, no dar tanto por el saco. En esos casos, es una verdadera putada que no tengas ningún amigo de verdad que te recuerde que, contigo, la empresa está haciendo un acto que raya la beneficencia.
Aceptémoslo: todo a la vez no se puede. Elige. Prioriza. Focalízate...y acepta el compromiso con una larga lista de renuncias sin mirar atrás, porque, si eliges sorber, no vas a poder soplar.

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