Amigos de la infancia que conoces de mayor

Una vez leí que las canciones y pelis que uno ve sobre los catorce años suele ser las que nos "marcan" y se convierten en nuestras "pelis míticas" o en nuestro "eso sí que es música". Es decir, que mi Mecano de hoy era el Ádamo de mis padres o la Aitana de turno de mis hijas. Cuenta la Ciencia que le llaman Adolescencia.

Creo que lo mismo te pasa con los amigos y, tras treinta años ya, las anécdotas y vivencias se han ido sedimentando hasta crear una argamasa indestructible. El peso de la historia. En mi caso, gran parte de mis amigos son aquellos junto con los que crecí. Y curiosamente son aquellos con los que menos contacto tengo, pero la verdad es que esa argamasa indestructible hace innecesaria el seguimiento obligatorio.   Aquello es brasa eterna. Y brasa eterna no necesita el soplar de ascuas.

Y todos cambiamos con el tiempo. Algunas amistades pasan al cajón de "otros" y viceversa, pues la amistad es un ente vivo y a veces esquivo. Pasa igual con las parejas, los trajes o los gustos. O hasta con la familia. Incluso algunos amigos de la infancia igual no lo serían si no fuera por la citada argamasa. Porque todo cambia. Pero también porque esa argamasa, en definitiva, explica lo que somos. 

Pero es cierto que no hace mucho descubrí un nuevo concepto que se ha hecho hueco en mi imaginario particular y al que he llamado "amigos de la infancia que conoces de mayor". Son personas con una capacidad sobrehumana para elaborar argamasa mágica en tiempo récord. Una suerte de alma gemela que te llega tarde y con la que te comunicas con el pensamiento. Una especie "separados al nacer" emocional con el que compartes filias y fobias donde todo fluye fácil. "Amigos de la infancia que conoces de mayor" y que, aparecen tan tarde como para lamentar no haberlos conocido antes.

Gente a la que quieres en tu vida porque ellos te quieren en la suya. 

Y tengo la suerte, seguramente como a ti, de tener a tipos así en mi vida. Y a veces lo "normalizamos" y no le atribuimos el suficiente mérito (fea costumbre que solemos exhibir), de ahí que mi artículo de hoy vaya dedicado a esos "amigos de la infancia que conocemos de mayor". 

Va por vosotros, gente!

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