Contigo aprendí a valorar más la salud; a valorar lo que tengo,
olvidándome por un segundo de lo que me falta, porque lo que me falta, en
realidad, es valorar más lo que tengo.
Contigo aprendí que es tan importante el Ser, como el Estar.
Porque estar, hay que estar y muchas veces no estamos para lo que hay que
estar.
Contigo aprendí a bajarme de mi rueda de hámster y a comprobar que
no pasa nada. Nada. Aprendí a que el que más corre, a veces, es sólo el que más
se cansa pero no necesariamente el que más lejos llega.
Contigo aprendí que es posible (en muchas
ocasiones) trabajar desde casa. Que ni soy Superman ni mi pijama tiene
kriptonita que anule mi responsabilidad. Que si necesitas verme y tocarme para
saber si trabajaré como el que más (salvo que tengas una miríada de personas
reportándote directamente), es que no sabes quién soy. Que la confianza sólo
admite un porcentaje: el 100%.
Contigo aprendí que no es necesario hacer malabares para evitar
(al parecer) riesgo (al parecer) mortal que un niño se aburra. Que es buenísimo
que se aburra de vez en cuando. Que es buenísimo que se frustre y aprenda a
convivir con ello; porque el aburrimiento y frustración son condimentos que
saboreará muchas veces a lo largo de su vida.
Contigo aprendí a romper tabúes y mantras que históricamente
parecían imbatibles, reyes del "esto no funcionaría nunca". Y a que
hay crisis que crean nuevos paradigmas. Que una crisis es una desgracia para la
mayoría y una gracia para unos pocos, entre los que me esforzaré en estar.
Y así tantas, aunque en el fondo me moleste haberlo aprendido
contigo y no haberlo aprendido antes por mí.
Fantàstiques reflexions que, com tantes altres, comparteixo amb tu al 100%. Forta abraçada, my friend!
ResponderEliminar